Les Fleurs du Déchet – El aroma más deseado, creado a partir de lo indeseado

Familia Olfativa: Floral Amaderada Verde

Notas de Salida: Esencia de manzana reciclada, naranja amarga reciclada, mandarina verde reciclada

Notas de Corazón: Absoluto de rosa reciclada, Iso E Super reciclada, fresa Gariguette reciclada

Notas de Fondo: Cedro Atlas reciclado, Sándalore reciclado, Akigalawood reciclado

Perfumista: Givaudan

Año de Lanzamiento: 2018

Hay fragancias que nacen para seducir. Otras, para perturbar. Pero Les Fleurs du Déchet nace con una misión más profunda: conmover. Esta creación visceral de Etat Libre d’Orange nos invita a mirar directamente a los ojos del desperdicio, del olvido y de la decadencia… para descubrir en él una belleza inesperada, conmovedora y profundamente humana. Como una flor que brota del compost, como un poema escrito en un cartón reciclado, este perfume florece donde nadie lo espera, sacudiendo la conciencia mientras acaricia la piel.

Inspirado en una infancia en Nueva Caledonia y en los valores ancestrales de los borindí —guardianes de la armonía con la Madre Naturaleza—, esta fragancia abraza la filosofía del no desperdicio con una estética casi chamánica. Es una oda a lo que desechamos sin mirar atrás, pero que en realidad contiene la esencia de nuestra redención. El aroma comienza con un estallido cítrico y jugoso de mandarina verde, naranja amarga y manzana reciclada. Nada de esto resulta vulgar ni forzado: es una sinfonía inesperadamente pura, como si la naturaleza misma supiera contarnos su historia desde la basura.

En el corazón, Les Fleurs du Déchet desvela una rosa reciclada, herida pero majestuosa, que se entrelaza con la ligereza aérea del Iso E Super y la dulzura silvestre de la fresa Gariguette. Aquí, el romanticismo no está decorado ni filtrado; es crudo, directo, casi brutal en su ternura. La rosa no florece para agradar, sino para reclamar su lugar en el mundo: la reina de un jardín salvaje nacido del caos.

La base, intensamente evocadora, es donde la fragancia revela su carácter profético. Cedro Atlas, Akigalawood y Sándalore —todos reciclados— no solo anclan el perfume con profundidad terrosa y resina vibrante, sino que proclaman un nuevo manifiesto olfativo: el lujo del futuro será circular, consciente y salvajemente creativo. Esta base es un manifiesto con cuerpo, donde el reciclaje no es una técnica, sino una forma de arte.

Les Fleurs du Déchet no busca gustar a todos. No es un perfume complaciente. Es un provocador con buenas intenciones. Una fragancia que se alza como un sermón perfumado, pronunciado por un poeta postindustrial que ha recorrido vertederos y encontrado ámbar gris entre plásticos. No hay nostalgia, sino urgencia. No hay moralismo, sino poesía. El perfume es un ritual, una plegaria laica a la diosa del reciclaje, una ofrenda de flores marchitas que aún conservan un aroma eterno.

En este contexto, la colaboración entre Givaudan, Ogilvy y Etat Libre d’Orange se convierte en una trinidad creativa que no solo diseña un perfume, sino que orquesta una rebelión perfumística. Han parido una fragancia mesiánica que no se vende con promesas vacías, sino con una verdad brutal: la belleza está donde menos la esperamos, y si no aprendemos a verla ahí, estaremos condenados a perderla para siempre.

Es un perfume que podría haber sido escrito por Rimbaud si hubiera tenido acceso a moléculas sintéticas, o imaginado por un animador de ciencia ficción con alma de druida. En su corazón late un universo alternativo, donde el desperdicio se transforma en arte y las flores brotan de las cloacas. No hay ironía aquí, solo una sensibilidad extrema ante el presente y un profundo deseo de salvación colectiva.

Les Fleurs du Déchet es el paso maduro, casi filosófico, de la irreverente y provocadora Sécrétions Magnifiques. Aquí hay una revolución silenciosa que ya no grita, sino que canta con el tono grave de quien ha vivido. Es una protesta, un rezo, una profecía embotellada. Y sobre todo, es una invitación a cambiar —no solo lo que usamos sobre la piel, sino cómo vivimos en este mundo.

Que este perfume sea entonces un estandarte para los nuevos profetas del reciclaje, los amantes del planeta, los alquimistas del desecho. Que se esparza por las ciudades y los bosques como un susurro embriagador: aún hay belleza en la basura. Solo hay que saber encontrarla.